martes 4 de septiembre de 2007
Tikkun olam (תיקון עולם)
“El papel coge todo lo que se le ponga,” decía mi ex suegra, generalmente en referencia a las cartas que los enamorados escriben a sus novias, o a las promesas hechas en papel. Me atrevería a pensar que la expresión se aplica también al papel que otros usan para enamorarnos, como los políticos, los líderes comunitarios, los dueños de empresas, todos los que nos prometen un cielo siempre azul, una mesa siempre repleta, un ambiente preservado y natural, una ciudad ideal y servicios inigualables y de alta calidad. Nos enamoran, nos empalagan con sus melaos a flor de labios, nos embarran con abrazos de guarapo y miel.
Lo que el papel es capaz de coger se aplica también al plano personal, cuando nos decimos cosas los unos a los otros, cuando nos hacemos promesas y cuando nos decimos que las cosas serán diferentes. Así como el papel lo coge todo, el aire también acepta todas las palabras, discursos, verdades y mentiras que salen de nuestros labios. Y en ese decir y en ese escribir falso, frío y calculado, causamos mucho daño.
¿Qué hace uno cuando se ha hecho tanto daño? En probable que cada persona que lee estas palabras recordará algún momento cuando hizo daño a otra persona, a sí misma y hasta a la naturaleza. Las instituciones y organizaciones, ya sean iglesias, partidos políticos o compañías hacen daño también, por las cosas que hacen y por las que dejan de hacer. Comunidades enteras hacen daño permaneciendo apáticas ante realidades sociales auto-destructivas. Países hacen daño cuando toman decisiones conjuntas en contra de otras personas y de otras naciones, como parte de una imposición de un estilo de vida determinado que ayuda a preservar sus intereses económicos y políticos.
Vivimos rodeados de un planeta hermoso, lleno de variedad y de riqueza, de una Madre Tierra que cada día nos entrega una promesa real, un potencial para la existencia digna y hermosa. Pero los seres humanos, individualmente u organizados en sociedad, hemos hecho mucho daño, a nosotros mismos, a otros y al mundo mismo. Además, la naturaleza misma parece loca a veces, creando condiciones imposibles y profundamente dolorosas, como un ciclón, un tsunami, un terremoto, la explosión de un volcán y muchas cosas más.
En la tradición judía hay una frase hebrea que señala la necesidad de hacer algo para mejorar las cosas. tikkun olam (תיקון עולם), es una expresión en el Mishnah que hace referencia a las cosas que se deben hacer para “reparar el mundo,” o para evitar consecuencias funestas en una situación dada. En su contexto moderno muchos la interpretan para hacer un llamado a la justicia social, indicando que cada persona tiene la responsabilidad de reparar las condiciones sociales a su alrededor que crean dolor, injusticia, pobreza, muerte e inequidad.
En la tradición judía hay una frase hebrea que señala la necesidad de hacer algo para mejorar las cosas. tikkun olam (תיקון עולם), es una expresión en el Mishnah que hace referencia a las cosas que se deben hacer para “reparar el mundo,” o para evitar consecuencias funestas en una situación dada. En su contexto moderno muchos la interpretan para hacer un llamado a la justicia social, indicando que cada persona tiene la responsabilidad de reparar las condiciones sociales a su alrededor que crean dolor, injusticia, pobreza, muerte e inequidad.
Es imposible metérsele por dentro al político corrupto e incapaz, el que con la capacidad total de sus sentidos escoge no actuar o actuar mal ante las responsabilidades que pesan sobre sus hombros.
Lo mismo se puede decir del abusador, del violador, del ladrón y de todo personaje que explota en nosotros las más absurdas emociones. ¿Qué hacer? Reparar, reparar, reparar, mejorar las cosas en la mejor manera que podamos.
Los que vivimos en Las Terrenas comprendemos que vivimos rodeados de una naturaleza espléndida, bendecidos por el Creador cada vez que sale el sol o que cae la lluvia, que también contamos con muchas personas física y espiritualmente hermosas, que hay padres, madres, niños, niñas, jóvenes y señoritas que son verdaderos regalos para cualquier comunidad. Tenemos a nacionales y extranjeros trabajando en muchas maneras a favor de los demás, algunos ayudan a que niños y niñas no pudientes tengan lo necesario para ir a la escuela, otras ayudan a que personas con deficiencias mentales puedan tener una vida decente, otras se preocupan por los envejecientes, por el hospital, por los que carecen de comida, por la escuela pública, por los que no tienen techo, por los que les hace falta salud y otros nos preocupamos de que hayan libros accesibles y listos para ser abiertos, para facilitar así el descubrimiento de un mundo posible y diferente.
En medio de todas las bendiciones que nos rodean hay, sin embargo, desgraciados, inmundos, abusadores, explotadores, corruptos, ineficaces, ignorantes y otros que son tan brutos que ni siquiera se dan cuenta de que lo son. Los que tenemos conciencia debemos ayudar a “reparar” el daño que esas personas perversas hacen cuando golpean a sus mujeres, cuando violan a niños y niñas, cuando roban o, simplemente, cuando no cumplen con sus responsabilidades. Reparar, reparar, reparar.
Si tú te sientes con un alma suficientemente grande como para amparar dentro de ella el deseo de hacer el bien, entonces ayuda a que el tikkum olam se haga realidad, a que podamos mantener el mejor estado de las cosas, a que podamos corregir las faltas de otros aunque cuando sea a un costo personal. A veces implicará secar una lágrima, dar un plato de comida, hablarle al pordiosero con dignidad y hasta sacrificar el bien propio. Sin tikkum olam nos volveríamos tan bárbaros y salvajes como los peores, defendiéndonos de todo y de todos, batallando una pelea sin fin, sin límites y sin esperanza de victorias.
Qué bueno que hay tantas personas en Las Terrenas que practican el tikkum olam. Yo personalmente les felicito y doy gracias por ellas y ellos y ojalá que hubieran más, para que ayudemos entre todos en la reparación de nuestras propias vidas, la de nuestras familias, la de nuestra comunidad y la del mundo en general. Gracias, gracias, gracias
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