miércoles, 20 de junio de 2012

el ultimo judio de libia fue obligado a dejar de limpiar la sinagoga



Latido judío en medio del mundo católico

Roma, Italia
El judaísmo romano cuenta con prácticamente 2000 años de historia continua y de identidad exclusiva. La mañana, la abre el Gran Rabino en el hospital, como cardiólogo.
Caminar por las calles de Roma, y en especial por la zona del gueto judío, significa sentir los ecos de la larga historia, increíble y continua. Sus comienzos se remontan al Segundo Templo, a los días de los macabeos, y desde el imperio romano – luego de una corta interrupción – la continuación se mantiene.
Pero por supuesto, Roma es ante todo la capital de la historia del imperio romano y de la iglesia católica. La presencia judía recibe un tono especial debido a que es la ciudad donde se encuentra el Vaticano, asentamiento de los Papas desde hace siglos. ¿Cómo influyeron al carácter judío de la ciudad la caída del imperio romano y las campanas de las iglesias? ¿Cómo vivieron y viven los judíos en el corazón del centro mundial del cristianismo?
Los dos mil años de esta comunidad particular es una especie de reflejo de toda la historia de la diáspora judía. La luz y la oscuridad que fueron parte de los judíos romanos de la capital católica son una miniatura de las dificultades que pasó el pueblo judío en las distintas diásporas. La forma de la comunidad romana de preservar su existencia física y espiritual incluso en difíciles condiciones al mismo tiempo que aporta e influencia a la cultura local, nos enseña el secreto de la existencia del pueblo judío.
Ni ashkenazíes ni sefaradíes
La comunidad italiana no es ni ashkenazita ni sefaradita, como lo son la mayor parte de las comunidades de Israel, sino que tiene su propia y única tradición. Durante una larga época los judíos desarrollaron una cultura independiente la cual no cuenta con similar alguno en el resto de las diásporas. Los judíos de Italia, en su gran mayoría, se encontraban mezclados con sus compatriotas, no tenían una vestimenta especial y hablaban el idioma local; el uso del idioma hebreo se encontraba limitado a la tefilá únicamente. Sin embargo también aquí había un “idioma judío”: “el judaico romanesco”. Muchos escritores romanos escribieron en este dialecto italiano, el cual era conocido por todos los judíos como el ladino para los sefaradíes y el idish para los ashkenazíes.
Testimonio del largo trayecto de la judería romana, es el estilo romano de la tefilá. El mismo, es el más antiguo de los que conocemos hoy en día, y es el que se reza en la Gran Sinagoga de Roma y en otras sinagogas de la ciudad. La fuente de dicho estilo se encuentra en Babilonia y en otros estilos antiguos de la tierra de Israel. Quien no solo leyó el sidur sino que tuvo el mérito de oír dicho estilo de tefilá, pudo percibir la pronunciación especial de las palabras y las músicas especiales del estilo italiano, las cuales son distintas a las ashkenazíes y sefaradíes.
El comienzo del asentamiento
La diáspora romana es la más antigua de las diásporas de Europa. Los judíos se encuentran en Roma desde la época de Julio Cesar, y desde ese entonces la vida judía se mantiene en forma continua en el lugar a distintos niveles, dependiendo de la época. Otras diásporas en cambio, incluso aquellas que cuentan con una larga historia, no lograron tanta continuidad, y esto sin ninguna duda influye al presente de la comunidad y quizás también al futuro.
El asentamiento judío en Roma fue establecido no más tarde que en el siglo I d.e.c. Ya en dicha época los judíos de la ciudad eran una importante población, la cual contaba con miles de personas. Respecto al número exacto, los investigadores tienen distintas teorías: hay quienes dicen que había 20.000, y hay quienes llegan a 50.000. La mayor parte de los judíos llegó allí de Israel, como prisioneros de guerra de Pompeo y Tito, y se convirtieron en ciudadanos, tan solo cuando fueron liberados de la esclavitud. Asimismo, llegaron a la ciudad judíos que arribaron en la capital por comercio o debido a su oficio.
En el año 4 d.e.c llegó a Roma una delegación de Israel para pedir que se cancele el gobierno de la casa de Herodes. Dicha delegación contaba con 8000 personas. Parte de ellos, se quedaron en la ciudad y se asentaron en la misma. Hace unos años, descubrieron un esplendoroso Beit Kneset cercano al puerto romano, el cual fue erigido a fines del siglo I. De acuerdo a las investigaciones, ya en dicha época había en Italia cerca de una docena de sinagogas activas.
Entre Roma y Jerusalem
La relación entre los judíos de Roma y sus hermanos de la tierra de Israel era muy cercana y cada uno cuidó al otro. Los judíos de Roma donaron ampliamente a sus hermanos de la Tierra Santa y de Jerusalem e incluso luego de la destrucción del segundo templo, continuaron los judíos romanos apoyando a la institución presidencial de la tierra de Israel. Los judíos de Israel sostenían a los judíos de Roma a nivel espiritual y se ocupaban de que la tradición no sea olvidada allí. Esto, lo sabemos debido a que Rabi Matia Ben Jeresh, alumno de Rabi Ishmael, se asentó en Roma y fue nombrado líder del Beit Hamidrash local (Tratado de Sanhedrín 32b). También otros sabios acostumbraban visitar la capital del Imperio Romano de vez en cuando. La visita más famosa es la del Nasí Rabán Gamliel, y con él los sabios de Iavne, en el año 95. En el midrash Devarim Raba se relata: “sucedió cuando nuestros sabios estaban en Roma, Rabi Eleazar, Rabi Eliezer ben Urquenus, Rabi Ieoshúa y Raban Gamliel…” (Simán 24).
También Filón de Alejandría llegó a Roma en el año 40, junto con una delegación de judíos de Alejandría. El objetivo de la visita era convencer al César Calígula que anule el decreto que obligaba a los judíos poner estatuas romanas en todas las sinagogas. En su diario, comentó Filón, que durante su recorrido por la ciudad, encontró a la comunidad judía reunida en la costa derecha del Tíber.
Al comienzo, los judíos romanos tenían derechos especiales y recibieron permiso del gobierno para practicar el judaísmo. Julio César los liberó del servicio militar y les permitió reunirse con objetivos religiosos e incluso erigir instituciones judiciales para judíos de acuerdo a la ley judía.
El dominio del cristianismo sobre el imperio romano en el siglo IV trajo consigo el empeoramiento de las condiciones para los judíos de Roma y del resto del mundo. Luego de que el cristianismo pasó a ser la religión oficial del imperio, el status de los judíos dependía del Papa, y aquel no siempre se preocupó por el beneficio de los israelitas, por decirlo en forma diplomática. La presión de la iglesia llevó a la discriminación de los judíos a nivel civil, económico y religioso. Se les prohibió tener trabajadores católicos, trabajar en puestos públicos y crear nuevas sinagogas. En el siglo V se agregaron otras limitaciones relacionadas con el lugar donde podían vivir, la ropa que debían vestir y el aumento de los impuestos que debían pagar.
A la sombra del Vaticano
La relación entre “el trono sagrado” del cristianismo y los judíos locales, puede ser definida como “compleja”, y cuenta con subidas y bajadas – entre ellos también algunas ocasiones crueles y difíciles. Por un lado, tenemos testimonios de judíos que trabajaban en distintos puestos en la curia. Uno de los más interesantes testimonios es del siglo XII, cuando Benjamín de Tudela describe a la comunidad de Roma, y nombra a un judío llamado R. Iejiel – nieto de R. Natan, el conocido exégeta talmúdico el cual escribió el libro “HaAruj” – y que asiste al Papa Alejandro III:
Roma es la capital de la monarquía de Edom. Y allí se encuentran cerca de 200 respetados judíos y no se le cobra impuestos a nadie. Y entre ellos, hay quienes asisten al Papa Alejandro, líder de Edom. Y allí se encuentran grandes sabios y a su cabeza el Rabino Daniel y R. Iejiel, quien asiste al Papa, y es un bello chico, sabio e inteligente. Y él entra y sale de la casa del Papa y es su empleado y se encuentra a cargo de todo lo relacionado al Papa.
A partir del siglo XIII, los papas comenzaron a publicar la “bula”, un edicto que defendía a los judíos y los protegía en ciertas áreas pero que no los eximía de determinadas degradaciones. Dicha bula, servía de protección para los judíos de Europa en general y los de Roma en particular, y les permitió a los judíos que se escaparon de Alemania, España y el sur de Italia en los siglos XIV-XV ingresar a Roma y residir allí.
El Papa Pablo IV, quien ingresó a su puesto a mediados del siglo XV, decretó una legislación anti judía la cual fue utilizada a continuación por casi todos los Papas que vinieron luego de él. Les impuso a los judíos obligaciones y prohibiciones en distintas áreas, entre ellas: la prohibición de poseer casas y tierras, la obligación de que los hombres usen sombreros amarillos y las mujeres pañuelos amarillos, la prohibición de tener empleados católicos, la limitación de la actividad pública de los judíos y la reducción de su trabajo como prestadores de dinero a cambio de interés, la prohibición de tener relaciones sociales con católicos y la obligación de oír la prédica católica en shabat.
Dicho siglo, es sumamente difícil para los judíos de Roma. Los mismos, fueron obligados a participar de las prédicas de los predicadores cristianos, monjes y curas, las cuales tuvieron lugar en su mayoría en Shabat en el Beit Hakneset. Dado que los predicadores no tuvieron tanto éxito en convencer a los judíos de Roma en convertirse y convertir a otras personas al cristianismo, la iglesia utilizó el secuestro de mujeres y niños pequeños, los cuales fueron tomados a la fuerza de sus familias y convertidos. Dichos eventos continuaron hasta 1870.
El mismo Pablo ordenó crear un gueto en Roma, en el año 1555. El origen de la palabra gueto se remonta al idioma Italiano, GHETTO, y el primero fue establecido en Venecia – Italia – a comienzos de dicho siglo (1516). Luego de que el gueto de Roma fue establecido, comenzaron proliferar rápidamente nuevos guetos en toda Europa – en Francia, en Alemania y en países adicionales. Pío V continuó el camino de su antecesor, hasta que prácticamente no había ciudades en Italia donde no había guetos. Le debemos, entonces, la palabra y el lugar que pasó a ser el símbolo de la angustia y la persecución de los judíos en todas las generaciones, al “santo trono” y a quien se encuentra en su cabeza.
Sin embargo, mientras que en otros lugares de Europa habían persecuciones contra los judíos durante la edad media, y comunidades completas fueron expulsadas de sus países, ciudades y pueblos de Inglaterra, Francia y España, justamente en Roma los judíos estaban protegidos de la expulsión, entre otras cosas por la creencia de la iglesia acerca de que la existencia y la diáspora judía son la prueba de la verdad del cristianismo. Esto, se debe principalmente a la interpretación de los cristianos del versículo de los Salmos “No los mates, para que mi pueblo no los olvide” (Salmos 59:12).
Tan sólo en la época de la emancipación, pudieron los judíos liberarse de la presión eclesiástica, y por supuesto – esto llevó a que los judíos apoyen la revolución. En el año 1798 Roma fue conquistada por los franceses y en honor a dicho hecho, los judíos establecieron el “árbol de la libertad” en la plaza central del gueto, el cual representaba la igualdad de status civil con aquel del resto de los ciudadanos.
Sin embargo, dicha libertad no duró muchos años y Roma volvió a ser gobernada por el gobierno italiano y papal en el año 1814. Los judíos regresaron al gueto hasta el año 1848, cuando Pío IX destruyó los muros del mismo. Tan sólo en 1870, finalizó el gobierno papal de Roma. Los judíos salieron completamente de su asentamiento en el gueto y su status fue comparado al del resto de los ciudadanos. Dicho acontecimiento, llevó a varios judíos a instalarse nuevamente en Roma. A partir del año 1870 hasta 1930 la población judía de la ciudad creció de 4000 a 11000 personas, y los judíos volvieron a formar parte del área comercial y cultural de la ciudad.
Camisas Pardas
El fin de la era papal no trajo consigo el fin del antisemitismo hacia los judíos romanos. En el año 1934 apareció el partido fascista, el cual declaró a los judíos el enemigo del movimiento y del pueblo. A pesar de la gran afinidad entre los judíos y la cultura y la sociedad romana, y quizás justamente por eso, los judíos italianos sufrieron la dictadura fascista la cual los quitó de los puestos públicos y de los colegios. Así, a pesar del deseo de los judíos italianos de asimilarse a su alrededor e incluso mezclarse en la cultura local, les fue nuevamente recordado su status particular.
En la víspera de la shoá, en toda Italia había 43000 judíos, y doce mil de ellos en Roma. 7000 judíos italianos fueron enviados a los campos de exterminio, y tan solo 800 fueron salvados. La mayor parte de los judíos de Italia – cerca de 30000, se escondieron durante la guerra en distintos lugares, en especial en casas de vecinos, curas y en monasterios. Cerca de 4000 judíos romanos encontraron albergue en instituciones eclesiásticas. Inmediatamente luego de la guerra la comunidad romana fue restaurada y una década después, ya contaba nuevamente con 12000 judíos.
En Roma, sucedieron dos tragedias, más allá del exterminio de 2000 judíos. Una, la más conocida, fue la negativa del Papa Pío XII de condenar el asesinato de judíos en la shoá. La segunda, fue una tragedia local: el Gran Rabino de Roma, el Rabino Israel Zolli, se convirtió al cristianismo poco tiempo después de la guerra. Dicha figura pública, encontró refugio en el Vaticano durante el período bélico, y con la liberación de la ciudad en 1945, el mismo fue alejado de su puesto debido a sospechas que durante la guerra había entregado listas de judíos al ejército Nazi. Zolli eligió convertirse al cristianismo. El Rabinato lo recibió el Rabino David Prato y luego el Rabino Elia Tabaf, el cual se desempeñó en dicho puesto durante 50 años.
Los judíos romanos en la actualidad
Los judíos romanos e italianos se dividen en dos grupos: los judíos italianos auténticos, “de Roma”, descendientes de aquellos que se asentaron en la zona durante el imperio romano; judíos de ascendencia sefaradí los cuales llegaron después de la expulsión de España en los siglos XVI y XVII; judíos sefaradíes que llegaron en el siglo XX, principalmente de Libia, Irán, Egipto e Iraq; judíos ashkenazíes, quienes arribaron a Italia producto de las persecuciones.
A pesar de la división sociológica e histórica, es difícil decir que las diferencias son tangibles. Gran parte de los emigrantes a Italia se “asimilaron” a la cultura judía italiana y adoptaron las costumbres del lugar, desde los gustos gastronómicos y hasta las músicas y las tefilot. Otros continúan respetando las costumbres de los lugares de donde provienen, pero se han integrado de forma completa en la vida comunitaria y social. Así, la comunidad de Roma es sumamente distinta a la de Milán por ejemplo, la cual a pesar de ser la segunda más grande de Italia, no tiene fuertes raíces y es producto de la “reunificación de las diásporas” de judíos que llegaron de Persia, Lubia, Siria, etc.
Incluso hoy en día, hay en Italia – a diferencia de la mayor parte de Europa – una gran dispersión geográfica de los judíos a lo largo de la bota italiana. En Roma viven cerca de 15000 judíos, la mayor parte de la judería italiana; en Milán 10000. El resto de los judíos italianos se dividen en comunidades medianas de 500 a 1000 judíos en Torino, Venecia, Florencia, Livorno y Trieste, y comunidades pequeñas las cuales cuentan con entre 100 y 200 judíos, en ciudades tales como Bolonia, Génova, Nápoles, Padua y Piza – comunidades que en su mayoría se encuentran en proceso de desfallecimiento. En comunidades “miniatura” como Sicilia, Apulia, Vari o Torino en el sur de Italia hay una cantidad de judíos que no llega a minián. En total se trata de 30.000 judíos, los cuales se encuentran dispersos en más de treinta ciudades o pueblos. Los judíos de Italia viven con plena asimilación: de acuerdo a los líderes locales, en las comunidades pequeñas el porcentaje de matrimonios mixtos llega al 80%, mientras que en las grandes es de aproximadamente el 50%.
Es importante recalcar, que la investigación que se llevó a cabo a comienzos del siglo XXI nos demuestra que el 62% de los judíos que fueron elegidos no ven al matrimonio mixto como algo negativo.
Beit Midrash para rabanim
Entre las más respetadas instituciones del judaísmo romano es posible recalcar a un antiguo instituto y a uno nuevo. El instituto que cuenta con una larga historia es el Beit Hamidrash para Rabinos el cual fue establecido por Shmuel David Lutzato, Shadal en Pádova en el año 1829, y más tarde se trasladó a Roma. Desde su comienzo, el Beit Hamidrash capacita sin descanso a generaciones y generaciones de rabinos de acuerdo a la costumbre italiana, combinando el estudio de Torá con el de materias seculares. El nuevo instituto, es una universidad judía, “Touro Colleage”, con la presidencia del Rabino Dr. Shalom Bachbut – única institución europea leal a la integración clásica la cual era costumbre en Roma entre el judaísmo y la cultura general.
El gran rabino de Roma, el Rabino Dr. Di Seni, continúa una larga tradición italiana, la cual proviene de la edad media, de rabinos que eran a su vez médicos. El Rab Di Seni comienza su día como médico y continúa después del mediodía como Gran Rabino y curador de almas. Debido a su puesto, el mismo sirve como la figura espiritual, y como tal asiste a los judíos de la comunidad romana, y como “ministro de relaciones exteriores” en todo lo que tiene que ver con el Vaticano y el gobierno italiano a nivel religioso.
Uno de las figuras más activas por el fortalecimiento de la judería romana y de las comunidades pequeñas, es el Rabino Rubén De La Roca, director educativo de la “Federación de Comunidades Italianas”, organización que abarca a todas las comunidades italianas, fue establecida de acuerdo a la ley estatal y cuenta con apoyo presupuestario del gobierno. De acuerdo a la legislación local, la cual comienza en 1930, todos los judíos italianos deben pertenecer y estar inscriptos en una de las comunidades judías del país, y parte de los impuestos que el particular abona son transferidos directamente a su comunidad. Este modelo es sumamente extraño en la edad moderna, donde en su mayoría, la pertenencia a comunidades en el mundo occidental es voluntaria y un tema netamente organizativo de los judíos, y no un asunto gubernamental.
De hecho, los judíos romanos le deben gran parte de su supervivencia al gobierno fascista, el cual legisló en 1938 una ley que defiende la “raza italiana”, y así prohibió a los niños judíos y a otros, estudiar en los colegios primarios donde estudiaban los “arios”. Esto, llevó a la apertura de instituciones judías para los niños que fueron expulsados de los colegios estatales. El colegio judío de Roma, incluye desde jardín de infantes hasta fines del secundario y cuenta con cerca de 1000 alumnos.
En Roma, hay más de diez sinagogas activas, cuando la más grande e importante es la Gran Sinagoga de Roma donde continúan rezando de acuerdo a la tradición originaria y antigua de los judíos romanos. Además del Beit Kneset, la comunidad de cuenta con todo lo necesario para poder vivir una vida judía y religiosa, colegios judíos, geriátrico y hospital judío, instituciones de bienestar, movimientos juveniles sionistas, revistas judías, tribunales rabínicos, biblioteca, museo que relata la historia de la comunidad y muchas clases de Torá.
El arco del triunfo y la costumbre del lugar
Quien llega a Roma, no puede no visitar el arco del triunfo, el cual representa el triunfo pasado del imperio romano sobre el pueblo judío, durante La Gran Revolución en el año 70. En los relieves del arco – el cual se encuentra allí cerca de 2000 años – hay esculpidos prisioneros del imperio de Iehudá los cuales llevan consigo los instrumentos del Beit Hamidkash e ingresan derrotados a la capital romana. Una práctica común entre los judíos romanos es el no pasar bajo dicho arco. Quienes conocen del tema, cuentan que los judíos de Roma pasaron bajo el arco del triunfo solo una vez y en el sentido contrario. La fecha de dicha marcha fue el día del establecimiento del Estado de Israel, el 5 de Iyar de 5708, y la dirección de la marcha fue hacia el sur, hacia Eretz Israel.
Así, mientras que el Pueblo de Israel y el Estado de Israel existen y se fortalece cada vez más, de Tito y del imperio romano no queda más que el Arco del Triunfo. Y así dicen los judíos de Roma: “Tito, quien destruyó el Beit Hamikdash y exilió a los judíos de la Tierra de Israel, ¿que quedó de él?, un monumento, un lindo monumento…”.
A pesar de la larga y complicada historia de los judíos romanos, los mismos se encuentran orgullosos de su identidad judía y romana, y de su camino especial, tomando un sitio de honor en la historia de nuestro pueblo. El antiguo gueto judío ya no es lugar de vivienda, sino una zona turística, con restaurantes kasher, sinagogas y en especial un ambiente con olores del pasado los cuales fueron preservados en las calles del gueto y representan el pasado glorioso de la comunidad romana.
Rabino Eliahu Birnbau



apellidos de origen judio en latinoamerica (i)


el retorno de los bnei anusim a casa en bet israel


miércoles, 13 de junio de 2012

kol nidre marroqui


los ultimos judios del yemen


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la amenaza por parte de al qaeda contra los judios del yemen


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vandalismo de parte de grupos judios ultraortodoxos y neonazis en israel contra el yad vashem



Vandalismo judío en Yad Vashem

El Muro del Recuerdo en La Plaza del Gueto de Varsovia de Yad Vashem, el Memorial del Holocausto en Jerusalén ,y otras partes del museo, fueron objeto de vandalismo durante la noche. Los trabajadores del  lugar descubrieron los daños a su llegada.

Al menos 10 consignas pintadas en las paredes exteriores del museo fueron encontradas, con lemas como: «Hitler, gracias por el Holocausto», «Si Hitler no existiera, los sionistas lo habrían inventado», y «Ustedes sionistas declararon la guerra a Hitler en nombre del pueblo judío, que trajo sobre él el Holocausto».

Algunas de las consignas fueron firmadas por «El judaísmo sionista del mundo» y «la comunidad judía ultraortodoxa mundial».

El Museo del Holocausto Yad Vashem y el Centro de Investigación se establecieron en 1953, dedicados al recuerdo de los seis millones de judíos asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

«Estoy conmocionado y horrorizado por este acto de odio hacia Israel y hacia el sionismo», aseguró el presidente de Yad Vashem, Avner Shalev. «Este es un acto desconcertante que cruza la línea roja».

El ministro de Educación, Gideon Saar, también expresó su horror y consternación por los actos. «Estoy sorprendido por el vandalismo que se llevó a cabo», declaró Saar. «Quien haya profanado y manchado Yad Vashem con estas consignas, lo hizo con el fin de emitir un duro golpe a las emociones del público. Cuento con la Policía para realizar las investigaciones debidas y llevar a los responsables ante la justicia», señaló.

Micky Rosenfeld, portavoz policial, confirmó que la policía estaba investigando el caso, y añadió que hasta ahora ningún sospechoso fue identificado.
 
Por su parte, el ministro de Seguridad Interna, Itzjak Aharonovitch, habló con el comandante de la Policía del Distrito de Jerusalén, Niso Shaham, en relación con la investigación.
 
«Tenemos que encontrar a estos vándalos tan pronto como sea posible. Este fue un crimen atroz en contra de uno de los símbolos más prominentes del Estado de Israel. Estoy horrorizado e indignado», dijo Aharonovitch.





http://www.israelenlinea.com/israel/noticias/nacional/5421-vandalismo-jud