jueves, 18 de febrero de 2010

un judio en kuwait

Un judío en Kuwait
Por Mark Halawa Mi origen musulmán hizo que este sorprendente descubrimiento me tomara por sorpresa. Mientras crecía en Kuwait, tuve todo lo mejor. Mi padre era dueño de una exitosa compañía constructora, y proveyó a sus cinco hijos con comodidades como lecciones de piano, natación, caligrafía y viajes alrededor del mundo. Aunque éramos musulmanes como todos los demás, éramos completamente seculares y mi padre siempre trató de protegernos de la gente religiosa a quienes él describía como locos. Crecí escuchando que los israelíes y los judíos eran la clase de criatura más baja que existe, puestos en la tierra sólo para matarnos a nosotros, los árabes. En la clase de matemática, el profesor decía cosas como: “Si un misil mató X cantidad de judíos, ¿Cuántos judíos matarían seis misiles? Mi padre era un rabioso anti Israel. Él era el producto de la escuela de pensamiento secular de Nasser: secular desde un punto de vista musulmán, pero dedicado fervientemente al concepto de la unidad de la comunidad árabe. Creía que Israel era una delegación norteamericana en el medio oriente post colonial. Mi padre fue partidario de la OLP desde los años sesenta, cuando Yasser Arafat (quien fundó la OLP mientras vivía en Kuwait) estaba recolectando fondos de los palestinos ricos que trabajaban en los estados del Golfo. Como ingeniero, mi padre participó en un programa en donde la asociación de ingeniería de Kuwait substraía dinero de su salario mensual para ser enviado directamente a la OLP. Él insistía en que la guerra y la resistencia eran la única manera de lidiar con Israel. En el verano de 1990, cuando yo tenía 12 años, nuestras vidas cambiaron completamente. Estábamos de vacaciones cuando Saddam Hussein invadió y anexó Kuwait. El negocio de mi padre, junto con la mayoría del país, fue destrozado. Nuestros ahorros se convirtieron en pedazos de papel sin valor. No podíamos volver a Kuwait, por lo que inmigramos a Canadá. Mi padre se las ingenió para escurrirse de vuelta en Kuwait por unos días para recuperar documentos comerciales importantes, que más tarde serían útiles para recibir compensación de un fondo de las Naciones Unidas. De mi familia, yo soy el único que se quedó en Canadá. Mi padre nunca se acostumbró a la vida en el nuevo mundo, y tenía buenos contactos comerciales en Jordania, entonces él y mi madre volvieron allí. Todos mis hermanos también se mudaron al medio oriente. Uno de mis hermanos dirige una compañía exitosa en Jordania, dos de mis hermanos están estudiando en Egipto (uno odontología y el otro comercio exterior), y mi hermana vive en Dubái en donde trabaja en la industria bancaria. Una noche de 2003, estaba estudiando en la biblioteca universitaria en la ciudad de Londres en Ontario, Canadá, cuando de repente vi a un hombre mayor. Por su atuendo jasídico, se veía como un judío religioso. Se despertó mi curiosidad, y me acerqué a él y le pregunté: ¿Es usted judío? Con una sonrisa gentil en su cara, dijo: “No, pero me gusta vestirme de esta manera”. No sabía si estaba bromeando o no. Toda la gente religiosa con la que me había cruzado en el pasado eran bastante espeluznantes. ¿Se supone que los judíos deben ser divertidos? Su nombre era Dr. Isaac Block, un profesor retirado de filosofía. Intercambiamos unas pocas palabras y luego me preguntó sobre mi origen. La historia de mi familia es bastante complicada, y me da dolor de cabeza cada vez que tengo que explicarla. Entonces, simplemente le dije que era un árabe de Kuwait, y le mencioné que mi abuela materna era judía. Los padres de mi madre se conocieron en Jerusalem cuando mi abuelo, un árabe de Cisjordania, estaba sirviendo en el ejército de Jordania luchando contra los sionistas. Él tenía 18 años y mi abuela 16. El padre de mi abuela dirigía una escuela en Jerusalem, la misma escuela de donde ella se escapaba saltando la muralla para reunirse con mi apuesto y uniformado abuelo. Se enamoraron, se casaron, y vivieron durante muchos años en Shejem (Nablus). Después de que mi abuelo fuera dado de baja del ejército jordano, la familia se mudó a Kuwait, en donde las ganancias del petróleo estaban impulsando enormes negocios y proyectos de construcción. Fue en ese momento que mi madre conoció a mi padre y se casaron. El origen judío de mi abuela siempre hizo que me preguntara acerca de los judíos. Siempre que íbamos de vacaciones a Amán, Jordania, miraba todo el tiempo el canal de televisión israelí (cuando mis padres no estaban cerca). Mi favorito era el himno nacional israelí, y yo me quedaba despierto hasta tarde esperando para oírlo sonar al final de la transmisión televisiva. De pie ahí en la librería universitaria, este judío religioso, el Dr. Block, me miró y me dijo: “Para la ley musulmana, eres considerado musulmán, porque la religión es transmitida por el padre. Pero de acuerdo a la ley judía eres judío, dado que el judaísmo es transmitido por la madre”. Mi cabeza comenzó a agitarse, y las memorias de mi infancia en Kuwait comenzaron a aflorar. Me acuerdo que mi abuela tenía un nombre raro en sus documentos, Mizraji, que nunca había escuchado antes. Ella también tenía un pequeño libro con letras hebreas, y rezaba llorando en la oscuridad (Yo pensaba que el Muro de los Lamentos era llamado así porque el llanto era parte de la plegaria). Más allá de una vaga leyenda familiar, mi abuela nunca mencionó nada sobre ser judía - pero ahora las piezas se estaban acomodando. Le agradecí al Dr. Block por la conversación, y corrí a casa a decirle a mi compañero de cuarto lo que había oído. Él sonrió y dijo: “¡Entonces eres un mus-judío!”. No me resultaba gracioso. Fui a mi cuarto y llamé a mi madre. Ella rechazó la historia, diciendo: “No escuches a gente como ésa. Nosotros somos musulmanes y listo”. Decidí llamar a mi abuela y sacar el tema. Di algunas vueltas, después de todo ella lo había estado negando por los últimos 50 años. Y, finalmente, dije de sopetón: “Abuela, ¿eres judía?”. Ella no respondió a la pregunta directamente, sino que comenzó a llorar y habló sobre los años del conflicto árabe israelí. Ella me dijo que su hermano Zaki había sido asesinado en Jerusalem antes del renacimiento del Estado. Para mí eso era suficiente confirmación de su judaísmo y decidí dejarlo hasta ahí. Durante los meses siguientes, evité todo el tema del judaísmo, principalmente para no hacer enojar a mi madre. Además, estaba terminando la universidad y mi carrera era una prioridad. Estaba contento con la idea de que pertenecía a una "familia mixta".Alrededor de un año después, una vez estaba patinando en mi barrio cuando me caí bruscamente y me torcí mi muñeca. La calle estaba lisa, así que no pude entender por qué me había caído. No podía dejar de pensar que pareció un empujón desde Arriba. Esos pensamientos me tomaron por sorpresa, dado que no estaba metido en la espiritualidad y nunca había tenido una conexión religiosa. Yo era fisicoculturista, tenía montones de amigos, y estaba comenzando una exitosa carrera como agente de comercio internacional. Entonces, ¿por qué me pasó ésto? Como mi muñeca estaba muy dañada, estuve obligado a tomarme unos días del trabajo. El Dr. Block había mencionado el nombre de su sinagoga, entonces ese sábado a la mañana, decidí ir a ver qué tal. Dudaba por la idea de que todos tenían un origen europeo y yo sería el único de medio oriente, pero de todos modos decidí entrar. Llamé un taxi y me bajé en la puerta de la sinagoga. Mientras entraba, la primera persona que vi parecía indio. Me dio la mano, dijo “Shabat Shalom”, y me dio una kipá. Después vi un hombre de tez obscura, lo que realmente me sorprendió. Y el Dr. Block también estaba allí. Me alcanzaron un libro de rezos, me indicaron la página correcta, y antes de darme cuenta todo el mundo estaba cantando Veshamerú. “Y los Hijos de Israel observan el Shabat, para hacer del Shabat un pacto eterno por todas sus generaciones. Entre Mí y los Hijos de Israel, es una señal perpetua, pues en seis días hizo Dios los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó de trabajar y descansó”. Algo me sacudió, y sentí como si conociera esa canción. Simplemente me paré allí recibiendo los sonidos, los olores y las vistas. Todo pareció completo y perfecto. Fue lo opuesto a todo lo que había escuchado sobre los judíos o sobre el judaísmo. Para este punto mis lágrimas estaban fluyendo libremente. Era lo opuesto a todo lo que había escuchado sobre los judíos. Después de que terminaron los servicios, me reuní con todos para el Kidush. Hablé con una pareja egipcia y compartimos nuestras historias personales. Se reunieron judíos de todos los orígenes, y yo era otra pieza en este rompecabezas. Después de Kidush, acepté la invitación del Dr. Block para unirme a él para almorzar. Le dije: “No puedo creer que yo esté aquí, cantando y rezando en hebreo. Nunca lo hubiese imaginado”. Me sonrió y dijo: “No es tan difícil de creer. Todo judío nace con una pequeña Torá y una pequeña Menorá dentro”. Luego presionó su hombro contra el mío y dijo: “Todo lo que hace falta es que otro judío la encuentre y la encienda”. Mi interés creció desde allí, comencé a estudiar Torá y a respetar Shabat. El año pasado pasé un mes en Israel viajando y estudiando en el programa “Fellowships” de Aish HaTorá Jerusalem. Fue un hermoso “regreso a casa”. Todavía mantengo contacto con mi familia y mis viejos amigos. Son gente maravillosa y los amo mucho. Pero sin embargo es difícil relacionarse con ellos en muchos aspectos. En el mundo árabe hay muchísimos prejuicios y mala información sobre Israel. Por eso estoy trabajando para desarrollar un programa para educar a los árabes sobre los judíos, para disolver los estereotipos propagados por los medios de comunicación y escuelas musulmanes. Espero que mi peculiar origen pueda ayudar a unir algo de lo que divide. Otra manera mediante la que espero alcanzar ésto es ayudando a establecer relaciones económicas entre Israel y países árabes. Eso crearía confianza y experiencia común, que podría ser dirigida hacia el objetivo de una paz genuina y duradera. Otro tema en el que estoy poniendo mi atención es que en el mundo árabe está siendo inculcada la negación del holocausto. El verano pasado fui a Auschwitz, y estoy trabajando para producir el primer documental árabe de la historia sobre el holocausto. Quiero explicarles a los musulmanes, en su propia lengua, lo que pasó exactamente. A menudo pareciera que el conflicto árabe israelí es intratable. Pero yo creo que en el mundo de hoy en día, hay una oportunidad real para un cambio radical. Los árabes hoy tienen más educación universal, lo que los hace más abiertos y curiosos. También están conociendo israelíes y judíos en sus viajes alrededor del mundo, lo que destruye los prejuicios. Y como vimos durante las protestas recientes en Irán, mucha gente joven en el mundo árabe desea una reforma. Y encima de ésto, tienen acceso a internet de alta velocidad, que abre un amplio abanico de nuevas formas de comunicación, y la posibilidad de formar nuevas amistades sin las restricciones de las fronteras o las agendas políticas. Posiblemente ésto pueda ser la base de un movimiento popular para remendar las relaciones, y con esperanza, para algún día alcanzar la paz. Todos mis primos judíos están viviendo como musulmanes en el medio oriente. El otro tema que necesita atención urgentemente es el de matrimonios mixtos en Israel. Desafortunadamente, una historia como la de mi abuela no es tan rara. Muchas mujeres jóvenes judías son atraídas por hombres árabes y llevadas a vivir en sus villas. Los hijos y nietos nunca se enteran de la verdad, especialmente por las tensiones políticas y la inquietud que ésto podría causarle a la familia. Como resultado, nuestro pueblo pierde a muchos judíos, que viven como musulmanes en el medio oriente. Recientemente conocí a un israelí, séptima generación de israelíes, cuya prima se casó con un palestino y se fue a vivir a Arabia Saudita. Sus descendientes son judíos viviendo en Arabia Saudita. Todos mis familiares saben que estoy practicando el judaísmo, y la mayoría lo acepta. Puedo hablarles sobre judaísmo y están políticamente interesados. Nos amamos y respetamos los unos a los otros. Sin embargo mi padre se opone, dado que el secularismo y la guerra en contra de Israel son dos pilares ideológicos de su vida. Cuando comencé a interesarme por el judaísmo, no se lo dije directamente. Estábamos teniendo una discusión política y le mencioné que yo apoyaba al Estado de Israel. Eso encendió un gran choque, y he aprendido a discutir estos temas solamente de forma indirecta. Siempre sé cuando he cruzado la raya: él se enoja y me llama “sionista”. La otra excepción es mi abuela. Le pedí varias veces más información sobre el origen de su familia, pero ella se rehúsa a hablar de eso. Puede ser que algún día encuentre la llave para que se abra. Mientras crecía, me enseñaron que los judíos eran la fuente de toda la maldad, y que descendían de los monos y los cerdos. Por otro lado, yo tenía la imagen de mi abuela sosteniendo su libro de rezos con letras hebreas, rezando con tierna devoción. Ella es la persona más dulce que conozco y no hay forma de que ella venga de una banda de asesinos sedientos de sangre. Ella me dio un alma judía, y a su manera, fue la que mantuvo viva mi chispa judía.

http://www.caiv.org/opinion.php?arti_id=600&seccion=Opini%F3n

1 comentario:

Unknown dijo...

que exelente tema de mi amigo judio kuwaiti.. D-os que Adonay tebendiga muchacho. me he que dado soeprendido con esta historia que como dices tu : deben de haber miles...