La participación de mujeres asesinas en el Holocausto
Investigadores informan al New York Times sobre las mujeres que llegaron tan lejos como la Polonia ocupada y Ucrania para tomar parte en la “Solución Final”.Entre los horrores del Holocausto, los nombres de mujeres que integraron la maquinaria nazi de la muerte, estuvieron siempre considerados como aberraciones de la naturaleza. Las acciones criminales de algunas de ellas lograron dejar sus nombres enterrados y ocultos en la conciencia del mundo durante décadas.
Entre esas mujeres se incluyen la notoria Ilse Koch, esposa del comandante del campo de concentración de Majdanek, Karl Koch, quien fuera conocida por el abuso sádico de sus victimas, e Irma Grese, la SS conocida con el titulo de “la bestia de Belsen” por sus acciones brutales en el campo de concentración de Bergen-Belsen.El hecho que la participación femenina en la perpetración de actos horrendos fue relativamente baja creó la percepción de que el Holocausto fue un asunto casi exclusivamente llevado a cabo por hombres. Pero un nuevo estudio publicado en el New York Times reveló que, a pesar de esta idea, las mujeres alemanas jugaron un papel más importante en el exterminio de judíos de lo que anteriormente se pensaba, y no simplemente como testigos pasivos, sino también como actores directos.
El estudio fue conducido por la historiadora Americana Wendy Lower, quien actualmente vive en Munich. A Lower le llamó la atención sobre la actividad de mujeres alemanas aparentemente “comunes”que se trasladaron voluntariamente a los territorios orientales ocupados por el Tercer Reich, donde la mayor parte del genocidio estaba ocurriendo, desde el comienzo de la implementación de la “Solución Final” hasta la caída de la Alemania nazi y el fin de la Segunda Guerra Mundial.
Operaron bajo su propia iniciativa
En una entrevista con el New York Times que tuvo lugar en Jerusalem, Lower se refirió al número de mujeres involucradas, diciendo que “miles seria una estimación conservadora”.Si bien la mayoría de ellas no ensució las propias manos con sangre, las que si lo hicieron fueron más perversas porque eligieron operar fuera de los campos de concentración, y por su propia iniciativa. Los expertos creen que la investigación de Lower desde la perspectiva del género, permite interpretar bajo una luz diferente el rol de los soldados de baja graduación en la maquinaria de muerte nazi“En la literatura dominante sobre los perpetradores, no se mencionan mujeres”, dijo Dan Michman, el historiador jefe de Iad Vashem, la Autoridad de la Recordación de los Mártires y Héroes del Holocausto en Jerusalem.
Lower, una investigadora de 45 años de edad, presentó primero su trabajo en el Instituto Internacional de Investigación del Holocausto de Iad Vashem, donde trató de determinar la motivación de las mujeres para tomar parte activa en los despiadados actos de asesinato.“Estos actos desafían profundamente nuestra noción sobre lo que constituye un comportamiento femenino normal”. Pero el sistema nazi, agregó, arrasó con todos los valores morales.
Lower trabajó en el Museo Memorial del Holocausto en Washington durante muchos años, y actualmente enseña e investiga en la UniversidadLudwig-Maximilian de Munich. En 1990, con la caída de la Cortina de Hierro y la apertura de los archivos soviéticos, que habían estado cerrados por décadas, Lower viajo a Ucrania para continuar sus investigaciones. Comenzó su viaje en la ciudad de Zhytomir, donde el líder de las SS Heinrich Himmler tenía su cuartel general para Ucrania.
Allí, Lower logró localizar en los archivos de documentos nazis originales, algunos quemados en los bordes. No pudo ignorar la frecuencia con la que las mujeres eran mencionadas en los lugares donde se perpetraba el genocidio.También se presentaron muchas mujeres como testigos en las investigaciones sobre los crímenes Nazis realizadas tanto en Alemania del Este como en Alemania Occidental en los años posteriores a la Guerra.
El tema fue tratado por primera vez en un libro de 1992 titulado “Ordinary Men” (hombres comunes), de Christopher R.Browning. En dicho libro se estima que miles de mujeres alemanas colaboraron con los esfuerzos de anexar los territorios orientales ocupados por el Tercer Reich, proveyendo servicios a las minorías alemanas locales.
Entre estas mujeres se incluían enfermeras, maestras y trabajadoras sociales. Los depósitos donde se almacenaba la propiedad confiscada a los judíos eran manejados por mujeres, y se reclutaba mujeres que Vivian en el Este para trabajar como interpretes. Entre estas mujeres también se incluían las esposas de los oficiales regionales, y sus secretarias.
Las zonas ocupadas ofrecían una oportunidad atractiva para muchas mujeres de familias de trabajadores y campesinos para adelantar en una profesión, explica Lower.
Según sus estudios, cerca de 5000 mujeres sirvieron como guardias en los campos de concentración, sumando un 10% de todo el personal.
El libro de Browning documenta el rol del Batallón 101 de la reserva alemana de la policía, que proveyó de mano de obra para la eliminación de los judíos de Polonia en menos de un año.Este libro también menciona a la esposa de uno de los capitanes del Batallón, quien viajó a Polonia estando embarazada. Allí, mientras millones de judíos eran enviados a las cámaras de gas, ella celebró una nueva luna de miel con su esposo, observando como este “limpiaba” el ghetto de judíos.
Lower calculó que el número de mujeres que tomó parte de los crímenes nazis no excedió del 2%, pero notó que muchas otras mujeres fueron testigos, o estuvieron cerca de los sitios de exterminio. Algunos testigos describieron banquetes festivos que se realizaban cerca de los lugares donde se fusilaba en forma masiva, a través de Ucrania, con mujeres alemanas proveyendo refrigerios a los escuadrones de fusilamiento, cuyo trabajo continuaba durante días enteros.
Chicos asesinados para probarse a si misma.
El informe del New York Times relata la historia de Erna Petri, la esposa de un oficial de las SS que administró una granja agrícola con mano de obra esclava en Galicia, en la Polonia ocupada.
Luego de la Guerra ella confesó haber asesinado a no menos de 6 chicos judíos, de entre 6 y 12 años, con los que ella se cruzó mientras manejaba su vehículo. En esa época Petri tenía solo 25 años de edad, y era la madre de dos niños pequeños. Ella observó a los chicos judíos corriendo casi desnudos, luego de haberse aparentemente escapado de un tren que se dirigía a Sobibor. Petri recogió a los chicos, los llevó a su casa, los alimentó, y luego los llevó al bosque, donde los asesinó a balazos uno por uno.
En su interrogatorio, Petri dijo que una de las razones por las que asesinó a los niños fue que ella quiso probarse a si misma delante de los hombres. Fue juzgada en Alemania del Este, y condenada a prisión por el resto de su vida.
Otra mujer nazi, Johanna Altvater Zelle, tenía 22 años cuando llegó a Ucrania ocupada, como secretaria de un comisionado distrital, WilhelmWesterheide. Algunos sobrevivientes la recuerdan principalmente como la “Señorita Hanna”, que estuvo detrás del asesinato de niños pequeños, reventadas sus cabezas contra las paredes del ghetto, y de tirar a niños judíos hacia su muerte desde las ventanas altas de un hospital improvisado.
Luego de su regreso a Alemania, Altvater Zelle trabajó como asistente social para adolescentes en su pueblo natal, y hasta adoptó un hijo. En la región bajo el comisionado para el cual trabajó, 20.000 judíos fueron asesinados. Westerheide y su secretaria fueron juzgados dos veces en Alemania Occidental, pero fueron absueltos debido a contradicciones en los testimonios de testigos, reunidos durante 20 años.
Un sobreviviente, Moshé Messer, fue testigo de las atrocidades cometidas por Altvater Zelle, y describió sus acciones a su abogado en la década de 1960, diciendo: “Nunca he visto tamaño sadismo en una mujer. Nunca olvidare sus acciones”.
http://noti.hebreos.net/enlinea/2010/08/16/7135/
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