Fiesta de TuBishvat, el Año Nuevo de los Árboles
El pueblo judío está de fiesta celebrando Tu Bishbat, el Año Nuevo de los Árboles. Las letras como números: Tu Bishevat es el día 15 del mes de Shevat, el Año Nuevo de los Arboles, que cae generalmente en enero, o algunas veces, a principios de febrero. En 2015 al atardecer del martes 3 de febrero.
En realidad la fiesta se llama Jamishá Asar Bishevat, el "quince de Shevat", pero en la práctica se prefiere el término Tu, de dos letras en hebreo tanto como en castellano, por comodidad y economía del lenguaje. Las letras hebreas que forman el término tu son una tet (de valor numérico 9) y una vav (que vale 6), así que sumadas dan el número 15, expresado en una sola y breve sílaba, tu.
Porque en tiempos antiguos, antes de conocerse los números arábigos, diversos pueblos usaban las letras de su alfabeto como cifras. Recuérdense, por ejemplo, los números romanos. Y entre los judíos, las primeras diez letras del abecedario representaban los números del 1 al 10, las siguientes, las decenas del 2 al 90, y las cuatro últimas, las centenas de 100 hasta 400.
Según este sistema, el número 15 habría que escribirlo sumando las letras iod (10) y he (5). Pero como estas dos letras simbolizan la evocación de Dios en muchos nombres propios que en hebreo terminan con la sílaba iah y que derivan en castellano en la terminación ías (Eliah - Elías; Ieshaiah - Isaías etc.), se usa en este caso la suma de 9 más 6. Por motivos análogos de respeto a la divinidad, también para el número 16 se usan las letras tet y záin (la suma de 9 más 7), evitando así la combinación iod (10) y vav (6), que es también la evocación de Dios como prefijo, en la sílaba io que hallamos al comienzo de nombres propios como Ioshafat - Josafat, Ionatán - Jonatán, etc.
El sistema de emplear las letras hebreas como números, en la actualidad, sigue usándose principalmente .para las fechas del calendario. También se escriben de este modo los años hebreos.
En Israel hoy día, documentos oficiales de gobierno, diarios y revistas,etc., suelen presentar a la vez la fecha hebrea escrita según este sistema, junto con la gregoriana que se usa en el mundo occidental. También en los cementerios, en las lápidas dedicadas al recuerdo de nuestros muertos, se graban las fechas de este modo.
Pero en todas las demás aplicaciones de los números - en Matemáticas y otras ciencias, en finanzas, en la vida diaria, etc. - los judíos hemos pasado al uso de las cifras arábigas, tal como por su facilidad también las emplea todo el resto del mundo.
Año Nuevo de los Arboles: Ya dijimos, al hablar de Rosh Hashaná, que para nuestro calendario, la tradición establecía dos comienzos de año, uno en Tishrí y el otro en Nisán.
Acerca de una tercera fecha, Rosh Hashaná La llanot (el "Año Nuevo de los Arboles"), nuestros sabios discuten en el Talmud: los de la escuela de Shamay la fijan el 1 de Shevat, mientras que los discípulos de Hilel la establecen el día 15 de ese mes (Talmud Rosh Hashaná, Cap. 1 Mishná 1), y la decisión quedó según estos últimos.
En un principio, el Año Nuevo de los Arboles simplemente significaba que a los efectos del diezmo de la producción agrícola que se aportaba al Templo (según lo prescribe la Biblia en Devarim - Deuteronomio 14.22 ss.), el día 15 de Shevat señalaba el límite entre los frutos de un año y los del otro: todo lo que maduraba antes de esa fecha todavía se consideraba como del año anterior, mientras que lo posterior a ese día, ya entraba en el cálculo de la nueva cosecha.
Esta significación de comienzo de un nuevo año fiscal - por así decirlo, en términos modernos - que tenía Tu Bishevat en un principio, fue cambiando paulatinamente hasta convertirse en un festejo destinado a exaltar la vida del hombre de campo y su vínculo con la Naturaleza: pasó a celebrárselo mediante la plantación de nuevos árboles, tanto en los tiempos antiguos como hoy día en el Estado de Israel.
Porque en la actualidad, al llegar Tu Bishevat, no sólo en las colonias agrícolas del país se organizan festejos y ceremonias de plantación de árboles, sino que también el hombre de la ciudad, los niños de las escuelas urbanas,etc., salen al campo y participan en actos semejantes.
Los judíos de la Diáspora - muchas veces alejados de la vida campestre - sin embargo también participan, a su modo, de esta fiesta del árbol que se celebra en Israel, ya mediante plantaciones simbólicas que efectúan también ellos en jardines o campos, ya recordando algunos árboles característicos de Israel, por medio del consumo de sus frutos: castañas, nueces, algarrobas, etc., y últimamente también naranjas y otros cítricos que nuestro país produce en abundancia.
La importancia del árbol: Todo esto no es sino reflejo de la importancia que desde los tiempos más antiguos, la tradición judía adjudicaba al árbol como creación de Dios y como fuente de innumerables beneficios para el hombre, puesto que nos brinda su fruto, las hojas, su madera, la sombra de su follaje...
Todavía cuando iban por el desierto, al mando de Moisés, la Torá ya indica al pueblo de Israel que "cuando lleguéis al país (prometido por Dios) y plantaréis toda (clase de ) árboles frutales..." (Vayicrá - Levítico 19.23).
Después, diversas menciones que el texto hace ocasionalmente, nos dan la pauta de que en los tiempos antiguos, el país de la Biblia era sumamente rico en forestación: Absalom, el hijo de David, murió "en el bosque de Efraim" (Shemuel Bet - II Samuel 18.6); cuando sus cabellos se engancharon allí en el follaje de un árbol, él quedó frenado en su galope y los soldados pudieron atravesarlo con sus flechas. En tiempos del profeta Elishá o Eliseo, "dos osas salieron del bosque" (Melajim Bet - II Reyes 2.24) para devorar a unos niños que se habían burlado de este enviado de Dios. Y así, hay muchas más indicaciones indirectas en la Biblia, en el sentido de que el antiguo país de Israel poseía una vegetación por demás abundante.
Uno de los sabios del Talmud recomienda: "Si tienes un retoño en tus manos y te dicen que ha Ilegado el Mesías, primero planta el retoño, y sólo después anda a recibirlo".
Otra leyenda cuenta de un anciano que estaba plantando un árbol, cuando fue sorprendido por un alto funcionario romano. "¿Para qué gastas tus fuerzas en esta tarea de plantación, si sabes muy bien que ya no alcanzarás a comer el fruto de tu trabajo?" - le preguntó el extranjero. Y el anciano le respondió: "Si no comeré yo del fruto de este árbol, comerán mis hijos y nietos, así como comí yo de los árboles que plantaron mis antepasados".
Y para el caso de una guerra, cuando las necesidades estratégicas del sitio a una ciudad requieren el uso de abundante madera (para construir torres de asalto de la misma altura que las murallas que la defienden), la Torá prohibe a los hijos de Israel talar los árboles frutales que encuentren a su paso por allí: "¿Acaso el árbol del campo es como el hombre, para sucumbir ante ti en el asedio?" (Devarim Deuteronomio 20.19).
Pero esta ley, tal como la cumplían nuestros antepasados, lamentablemente no regia para esos muchos ejércitos extranjeros que siglos después llegaron en sucesivas oleadas para conquistar este país: asirios y egipcios, babilonios y persas, griegos y romanos, musulmanes y cruzados, turcos e ingleses. Al cabo de tantas guerras, y después de que los judíos fueron expulsados de estas tierras, el país quedó devastado, durante siglos nadie se ocupó de volver a plantar árboles en reemplazo de los que fueron talados o quemados, y así se convirtió en el gran arenal que el pueblo judío encontró aquí cuando, a fines del siglo pasado, comenzó el moderno retorno a Sión, y que tuvo uno de sus puntos culminantes en 1948, con la declaración de la independencia del Estado de Israel.
Este retorno estuvo íntimamente vinculado con la reforestación del país - ayudada esta vez por todos los adelantos del siglo veinte y es así como grandes zonas del flamante Estado están otra vez cubiertas de verdor. Son famosos los bosques que planta la institución llamada Keren Kayémet Le Israel con fondos recogidos entre los judíos de todo el mundo. Por otra parte, también las colonias agrícolas (kibutzim, moshavim) y campesinos privados han contribuido a repoblar el país con árboles frutales: por todas partes encontramos pardesim, plantíos de cítricos, donde crecen naranjas, pomelos y otras frutas por el estilo. Aunque no faltan, también, grandes extensiones desiertas en el país, que todavía esperan la mano del hombre que las haga florecer.
Y hacia esta meta apunta, en última esencia, la celebración de Tu Bishevat en su renovada significación de Año Nuevo de los Arboles.
(Del libro "Fiestas y tradiciones judías" del Prof. Heriberto Haber z"l, Editorial Aurora).
En realidad la fiesta se llama Jamishá Asar Bishevat, el "quince de Shevat", pero en la práctica se prefiere el término Tu, de dos letras en hebreo tanto como en castellano, por comodidad y economía del lenguaje. Las letras hebreas que forman el término tu son una tet (de valor numérico 9) y una vav (que vale 6), así que sumadas dan el número 15, expresado en una sola y breve sílaba, tu.
Porque en tiempos antiguos, antes de conocerse los números arábigos, diversos pueblos usaban las letras de su alfabeto como cifras. Recuérdense, por ejemplo, los números romanos. Y entre los judíos, las primeras diez letras del abecedario representaban los números del 1 al 10, las siguientes, las decenas del 2 al 90, y las cuatro últimas, las centenas de 100 hasta 400.
Según este sistema, el número 15 habría que escribirlo sumando las letras iod (10) y he (5). Pero como estas dos letras simbolizan la evocación de Dios en muchos nombres propios que en hebreo terminan con la sílaba iah y que derivan en castellano en la terminación ías (Eliah - Elías; Ieshaiah - Isaías etc.), se usa en este caso la suma de 9 más 6. Por motivos análogos de respeto a la divinidad, también para el número 16 se usan las letras tet y záin (la suma de 9 más 7), evitando así la combinación iod (10) y vav (6), que es también la evocación de Dios como prefijo, en la sílaba io que hallamos al comienzo de nombres propios como Ioshafat - Josafat, Ionatán - Jonatán, etc.
El sistema de emplear las letras hebreas como números, en la actualidad, sigue usándose principalmente .para las fechas del calendario. También se escriben de este modo los años hebreos.
En Israel hoy día, documentos oficiales de gobierno, diarios y revistas,etc., suelen presentar a la vez la fecha hebrea escrita según este sistema, junto con la gregoriana que se usa en el mundo occidental. También en los cementerios, en las lápidas dedicadas al recuerdo de nuestros muertos, se graban las fechas de este modo.
Pero en todas las demás aplicaciones de los números - en Matemáticas y otras ciencias, en finanzas, en la vida diaria, etc. - los judíos hemos pasado al uso de las cifras arábigas, tal como por su facilidad también las emplea todo el resto del mundo.
Año Nuevo de los Arboles: Ya dijimos, al hablar de Rosh Hashaná, que para nuestro calendario, la tradición establecía dos comienzos de año, uno en Tishrí y el otro en Nisán.
Acerca de una tercera fecha, Rosh Hashaná La llanot (el "Año Nuevo de los Arboles"), nuestros sabios discuten en el Talmud: los de la escuela de Shamay la fijan el 1 de Shevat, mientras que los discípulos de Hilel la establecen el día 15 de ese mes (Talmud Rosh Hashaná, Cap. 1 Mishná 1), y la decisión quedó según estos últimos.
En un principio, el Año Nuevo de los Arboles simplemente significaba que a los efectos del diezmo de la producción agrícola que se aportaba al Templo (según lo prescribe la Biblia en Devarim - Deuteronomio 14.22 ss.), el día 15 de Shevat señalaba el límite entre los frutos de un año y los del otro: todo lo que maduraba antes de esa fecha todavía se consideraba como del año anterior, mientras que lo posterior a ese día, ya entraba en el cálculo de la nueva cosecha.
Esta significación de comienzo de un nuevo año fiscal - por así decirlo, en términos modernos - que tenía Tu Bishevat en un principio, fue cambiando paulatinamente hasta convertirse en un festejo destinado a exaltar la vida del hombre de campo y su vínculo con la Naturaleza: pasó a celebrárselo mediante la plantación de nuevos árboles, tanto en los tiempos antiguos como hoy día en el Estado de Israel.
Porque en la actualidad, al llegar Tu Bishevat, no sólo en las colonias agrícolas del país se organizan festejos y ceremonias de plantación de árboles, sino que también el hombre de la ciudad, los niños de las escuelas urbanas,etc., salen al campo y participan en actos semejantes.
Los judíos de la Diáspora - muchas veces alejados de la vida campestre - sin embargo también participan, a su modo, de esta fiesta del árbol que se celebra en Israel, ya mediante plantaciones simbólicas que efectúan también ellos en jardines o campos, ya recordando algunos árboles característicos de Israel, por medio del consumo de sus frutos: castañas, nueces, algarrobas, etc., y últimamente también naranjas y otros cítricos que nuestro país produce en abundancia.
La importancia del árbol: Todo esto no es sino reflejo de la importancia que desde los tiempos más antiguos, la tradición judía adjudicaba al árbol como creación de Dios y como fuente de innumerables beneficios para el hombre, puesto que nos brinda su fruto, las hojas, su madera, la sombra de su follaje...
Todavía cuando iban por el desierto, al mando de Moisés, la Torá ya indica al pueblo de Israel que "cuando lleguéis al país (prometido por Dios) y plantaréis toda (clase de ) árboles frutales..." (Vayicrá - Levítico 19.23).
Después, diversas menciones que el texto hace ocasionalmente, nos dan la pauta de que en los tiempos antiguos, el país de la Biblia era sumamente rico en forestación: Absalom, el hijo de David, murió "en el bosque de Efraim" (Shemuel Bet - II Samuel 18.6); cuando sus cabellos se engancharon allí en el follaje de un árbol, él quedó frenado en su galope y los soldados pudieron atravesarlo con sus flechas. En tiempos del profeta Elishá o Eliseo, "dos osas salieron del bosque" (Melajim Bet - II Reyes 2.24) para devorar a unos niños que se habían burlado de este enviado de Dios. Y así, hay muchas más indicaciones indirectas en la Biblia, en el sentido de que el antiguo país de Israel poseía una vegetación por demás abundante.
Uno de los sabios del Talmud recomienda: "Si tienes un retoño en tus manos y te dicen que ha Ilegado el Mesías, primero planta el retoño, y sólo después anda a recibirlo".
Otra leyenda cuenta de un anciano que estaba plantando un árbol, cuando fue sorprendido por un alto funcionario romano. "¿Para qué gastas tus fuerzas en esta tarea de plantación, si sabes muy bien que ya no alcanzarás a comer el fruto de tu trabajo?" - le preguntó el extranjero. Y el anciano le respondió: "Si no comeré yo del fruto de este árbol, comerán mis hijos y nietos, así como comí yo de los árboles que plantaron mis antepasados".
Y para el caso de una guerra, cuando las necesidades estratégicas del sitio a una ciudad requieren el uso de abundante madera (para construir torres de asalto de la misma altura que las murallas que la defienden), la Torá prohibe a los hijos de Israel talar los árboles frutales que encuentren a su paso por allí: "¿Acaso el árbol del campo es como el hombre, para sucumbir ante ti en el asedio?" (Devarim Deuteronomio 20.19).
Pero esta ley, tal como la cumplían nuestros antepasados, lamentablemente no regia para esos muchos ejércitos extranjeros que siglos después llegaron en sucesivas oleadas para conquistar este país: asirios y egipcios, babilonios y persas, griegos y romanos, musulmanes y cruzados, turcos e ingleses. Al cabo de tantas guerras, y después de que los judíos fueron expulsados de estas tierras, el país quedó devastado, durante siglos nadie se ocupó de volver a plantar árboles en reemplazo de los que fueron talados o quemados, y así se convirtió en el gran arenal que el pueblo judío encontró aquí cuando, a fines del siglo pasado, comenzó el moderno retorno a Sión, y que tuvo uno de sus puntos culminantes en 1948, con la declaración de la independencia del Estado de Israel.
Este retorno estuvo íntimamente vinculado con la reforestación del país - ayudada esta vez por todos los adelantos del siglo veinte y es así como grandes zonas del flamante Estado están otra vez cubiertas de verdor. Son famosos los bosques que planta la institución llamada Keren Kayémet Le Israel con fondos recogidos entre los judíos de todo el mundo. Por otra parte, también las colonias agrícolas (kibutzim, moshavim) y campesinos privados han contribuido a repoblar el país con árboles frutales: por todas partes encontramos pardesim, plantíos de cítricos, donde crecen naranjas, pomelos y otras frutas por el estilo. Aunque no faltan, también, grandes extensiones desiertas en el país, que todavía esperan la mano del hombre que las haga florecer.
Y hacia esta meta apunta, en última esencia, la celebración de Tu Bishevat en su renovada significación de Año Nuevo de los Arboles.
(Del libro "Fiestas y tradiciones judías" del Prof. Heriberto Haber z"l, Editorial Aurora).
1 comentario:
Cordial saludo
Saludos desde Colombia.
Necesito hacerle una consulta. ¿El termino Dayenu, es usado en las escrituras?
Recién escuche una canción de llamada así de Michael Bunster y me ha dejado bastante inquieta, a pesar que leí que este termino significa Dios es suficiente y que se utiliza en la pascua hebrea, quisiera saber si es correcto cantar Dayenu refiriéndose a Dios.
Muchas gracias por su ayuda.
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